UNA ESCAPADA

Teníamos pensado pasar la Semana Santa en la Ciudad, pero el calor que hizo el jueves fue motivo suficiente para que decidamos irnos, armamos las valijas y el viernes salimos con destino a la Ciudad Feliz.
Amo Mar del Plata, para mi significa amigos, caminatas, sol, playa, te en el bosque y comidas eternas.
Tengo armada una ruta gastronómica, que cada vez que vengo, intento repetir si el clima y los compromisos acompañan.
Digo los compromisos, porque tengo muchos amigos que tienen casa aquí, y cada vez que venimos coincidimos con ellos.
Esta vez tuvimos la suerte de coincidir con Elo y Fer y con Meri y Juan.
El viernes llegamos a la tarde, a eso de las 4 y nos recibió con un sol de verano, fuimos a la playa a mojarnos un poquito los pies con agua de mar y a ensuciarlos con arena. Y después de descansar un rato nos fuimos a comer un asado a la casa de Meri y Juan, nos recibió toda la linda familia de Juan, realmente da placer compartir la mesa de un viernes santo con ellos, armaron una mesa kilométrica, divina y charlamos sin parar.
El sábado fue un día de verano y pudimos disfrutar la playa todo el día, particularmente me gustan las playas del sur, cerca del faro, son más tranquilas y no hay tanta gente.
Fuimos a comer a lo de nuestros queridos y entrañables amigos Elo y Fer, con esa familia si que se la pasa bien, Marcelo -el Papa de Elito – es un excelente chef y de la mano de Olga, su ayudante de cocina, preparan verdaderos manjares, esta vez fuimos dos veces a su casa y nos deleito con dos recetas dignas de imitar: un pollo a la cacerola con arroz y salsa de champignones y un asado riquisimo, acompañado con papas al horno, salsa de verduras asadas, ensaladas varias y unas masas para terminar.

Aprovechamos el domingo que amaneció nublado y fuimos a almorzar a “Viento en Popa”, si estas por acá no dudes en venir, atendido por sus dueños el Sr. Nieco y su hijo Juan, atienden espectacular, y créeme, es el mejor pescado de todo Mar del Plata. Ni bien te sentas te reciben con unas anchoas y un escabeche de calamares que es para deleitarse, esta vez pedimos unos langostinos bien frescos, condimentados con aceite de oliva, limón, sal y pimienta “ruedita de langostinos” y una brotóla a la rucula que da que hablar, viene con alcaparras y ajo tostado.

Otro imperdible de esta Ciudad son los cannoli que vende la famosa heladería Italia y el pan dulce de la confitería “Boston”, también los helados de Gianelli.

Paramos en un hotel lindisimo sobre la calle Guemes, que casualmente esta enfrenté al hotel boutique Sainte Jeanne, que tiene al lado una patisserie que no tiene nada que envidiarle a las que están en la Ciudad de la luz, allí desayunamos en mas de una oportunidad, y compramos unos macarones deliciosos, si estas por acá, no dudes en darte una vuelta, es realmente riquísimo todo lo que allí venden.

Todo esto hace que en esta Ciudad me sienta como en casa, caminar por la rambla, por el mar y probar estos sabores que me remiten directamente a esta lindisima ciudad, que para mi es un lugar de descanso.

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